martes, 14 de diciembre de 2010

Y EL GANADOR ES....

Bueno, pues ya se cerraron las encuestas que hice en mi blog con respecto a mis dos fics sobre SLQH, y, bueno, el resultado es este:

Gracias a tod@s por haber votado

:)

viernes, 26 de marzo de 2010

EPILOGO

Era una calurosa tarde de comienzos de otoño. Un hombre, ya entrado en la cuarentena, estaba sentado en un banco. Se ocultaba en un gran periódico, por encima del cual espiaba el parque infantil que había delante de él. Varios niños jugaban alegres. Los padres conversaban entre ellos, a la vez que algunos cuidaban de los niños para que no se hicieran daño. Otro hombre se sienta junto a él.

- Bona tarda,- se responden ambos, sin apenas mirarse.


El segundo hombre, igualmente en la cuarentena, se fija de repente en su compañero de banco, le mira fijamente.


- ¿Ángel?,- pregunta, sorprendido. El otro hombre baja el periódico y le ve.


- ¿Dani?


Los dos hombres se reconocen y se saludan afectuosamente.


- ¡Caray, Ángel! ¡Cuánto tiempo!


- ¡Ya te digo! ¿Cuánto ha pasado ya? ¿Siete, ocho años?


- Diez,- responde Dani, con cierta vergüenza.


- ¡Diez!,- silba Ángel -. Y, dime, ¿qué es de tu vida? Que perdimos vuestros números y no sabemos nada más de vosotros después del bautizo.


- Pues Berta y yo nos hemos mudado. Ahora vivimos por Legazpi. Luego te paso la dirección y mi nuevo número, que me lo cambié hace poco. ¿Y Patricia y tú qué tal lo lleváis? ¿Seguís viviendo donde siempre?


- Sí, seguimos en Valladolid.


- ¿Y qué hacéis aquí en Barcelona?


- Pues hemos venido para que mis padres conozcan a su nieto.


- Hombre... Después de diez años que aún no hayan visto al pequeño Ángel...


- ¡No, no! ¡Si a Ángel sí que le conocen!


- ¿Entonces...?,- los dos quedan en silencio. Ángel se ruboriza mientras su amigo le mira fijamente, con los ojos como platos y dibujando una gigantesca sonrisa en su rostro -. ¡Enhorabuena!,- le abraza efusivamente -. ¿Y qué tiempo tiene?


- Pues apenas seis meses.


- Joder...,- se le queda mirando en jarras -. Al fin tenéis un hijo de los dos...


- Dani...,- Ángel carraspea -. Que Ángel también es mi hijo...


- Perdona... Pero ya sabes a lo que me refiero... ¡En fin! ¿Y Patricia?,- mira a todas partes.


- Pues con mis padres en casa. Yo me he traído al pequeño al parque para que no molestara en casa... Por cierto, ¿y tú qué haces aquí?


- Bueno... Yo también estoy aquí por motivos familiares... Pero de otra índole...,- Dani baja la cabeza, entristecido. Ángel posa su mano en su rodilla -. Mi padre ha muerto...


- Oh... Lo siento mucho...,- le toma del hombro -. ¿Y Berta?


- Con mi madre, consolándola.


- ¿Y tú, por qué no estás con ellas?


Un niño, de unos once años, les interrumpe. Se acerca sin dudarlo a Ángel


- ¿Me das dinero para un helado?,- pregunta.


- No, que luego no comes.


- ¡Que sí como!


- Que no.


- ¡Jo, papá...!


- Ya sabes que luego mamá se enfada conmigo.


- ¿Es Ángel?,- pregunta, sorprendido, Dani.


- Sí.


Dani mira al niño. Éste mira a Dani, tímido.


- No te acuerdas de mí, ¿verdad? Ha pasado tanto tiempo... Soy el tío Dani. ¿No te acuerdas? Lo suponía... Bueno, simplemente que sepas que tus papás son amigos míos. Ya nos pasaremos un día por casa. ¡Por cierto! ¡Tu papá me ha dicho que tienes un hermanito! ¿Cómo se llama?,- el niño calla, sonriente.


- Di: "Se llama Dani",- responde Ángel, mirando al niño. Dani mira a su amigo.


- ¿Dani?,- Ángel le mira.


- Anda, ve a jugar un poco más,- le dice al niño. Se vuelve a Dani -. Sí. Bueno, legalmente se llama Daniel Alberto.


- ¿Le habéis puesto mi nombre?


- ¡Y el de Berta! Sólo que llamarle Berto no nos gustaba mucho y lo camuflamos con un Alberto,- Dani tenía los ojos brillando, y Ángel se da cuenta -. Ya sabes cómo me sentí yo cuando Patricia le puso mi nombre a su hijo.


- En fin,- Dani se enjuga las lágrimas -. Yo ya me tengo que ir... ¿Seguiréis aquí mañana?


- Sí, estaremos otros dos días más. ¿Y vosotros?


- Bueno... Mañana es el entierro...


- Pues mañana Patricia y yo nos pasaremos a saludaros.


- Pues hasta mañana entonces,- se levantan del banco y se abrazan -. Ha sido un placer encontrarnos después de tanto tiempo,- se dirige al parque -. ¡Patricia! ¡Patricia!,- una niña de unos diez años acude rauda junto a Dani -. Venga, que nos vamos.


- Jo, papá... Quiero quedarme un rato más...


- Patricia Ángela Mateo Collado. A casa, que es muy tarde,- Dani se da cuenta de la sonrisa cabizbaja de Ángel -. ¿Y tú, de qué te ríes?


- Que la has puesto nuestros nombres...


- Sí, como tú con el tuyo.


- ¿Te imaginas que tu hija y mi hijo, el mayor, se conocieran?,- Dani no comprendía -. Sería como revivir lo mío con Patricia,- los dos ríen.


- ¡Y seríamos consuegros!,- más risas -. En fin, Ángel. Nos vemos mañana, ¿no?


- Sí.


- Sería a las doce, en el barrio gótico. Hasta mañana.


- Hasta mañana. Y dale recuerdos a Berta.

jueves, 25 de marzo de 2010

CAPITULO 85

Patricia se tapaba una sonrisa nerviosa. Llevaba a su hijo de la mano, pero pensaba en otras cosas. Pensaba en lo que Dani le acababa de enseñar. ¿Sería capaz de...? Patricia no sabía qué pensar. Dani es tan extrovertido cuando salían todos juntos a divertirse y no se achantaba con nada, pero en asuntos tan serios como aquel... Patricia se le imaginaba tartamudeando y sudando, nervioso. Eran tan cómica aquella imagen... Berta y Dani... ¿Casados? Aun así, Patricia se alegraba por los dos, porque hacían muy buena pareja.

- Y Ángel podrá tener a alguien con quien jugar siempre,- piensa mientras vigilaba a su hijo.

Llegan hasta una puerta, una puerta ya familiar para ella a pesar de llevar sólo un día allí. Cuando la abre, se encuentra a Ángel charlando con el policía, sentado a su lado. Patricia, como cohibida, se queda en la entrada y carraspea levemente. Los dos hombres se vuelven. El policía se pone de pie automáticamente, a modo de saludo. El pequeño Ángel reconoce al paciente y corre a abrazarse junto a él. Debido al impulso, Ángel se queja, camuflándolo malamente con una sonrisa. Separa al pequeño y le besa en la frente.

- ¡Hola, papá!,- responde alegre el niño.

- ¡Hola, petit diable!,- exclama Ángel, revolviendo su cabello. Patricia se adelanta unos pasos.

- Hola Ángel...

- Hola Paty...,- el ambiente se vuelve algo más serio e íntimo.

El policía, comprendiendo, se excusa.

- Bueno... Señor Martín, gracias por su información con respecto a su atacante. Ahora mismo me pondré en contacto con mis compañeros y les enviaré esta descripción que usted ha hecho. A partir de ahora, cualquier información referente al caso se le hará saber,- y sale del cuarto, cerrando la puerta.

Patricia se sienta en la silla donde estuvo el policía hace unos instantes. Toma a Ángel de la mano y la frota contra las suyas.

- ¿Qué tal estás?

- Bueno...,- Ángel movía la cabeza, dubitativo -. No me puedo quejar. He estado peor otras veces .- Patricia sonríe triste -. Por cierto, ¿le has dicho aquello a Dani?

- Sí.

- ¿Y qué te ha contestado?

- Que ya se ha aclarado.

- ¿Nada más?,- el rostro de Ángel denotaba que no estaba satisfecho con aquellas palabras.

- Nada más... Salvo que le acaba de pedir la mano a Berta,- la tristeza de Patricia se desvaneció -. ¡Se nos casan, Ángel! ¡Se nos casan!,- Patricia estaba muy nerviosa.

Ángel sólo respondió con una amplia sonrisa. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos.

- Eso es lo que yo esperaba de ti,- piensa Ángel -. Que eligieras el camino correcto.

- ¿En qué piensas, Ángel?

Ángel abre los ojos. Patricia estaba seria nuevamente.

- No es nada, tranquila. Simplemente que está bien lo que bien acaba.

E indica a Patricia que se le acerque para terminar dándose un gran beso.


FIN

miércoles, 24 de marzo de 2010

CAPITULO 84

Dani volvió a las dos horas. Cuando entra en la habitación, lo hace violentamente, con una inquietante sonrisa en la boca y jadeando. Al abrir la puerta, se queda quieto, como tratando de tranquilizarse. Había estado corriendo por todo el hospital cuando volvió. Se había ido repentinamente del hospital, con la obsesión clavada en su mente. Se sentía en la obligación de hacer algo, de hacer aquello que tan de repente le llegó a su cabeza. Tenía que ser ahora o nunca. No podía perder ni un segundo. Salió del hospital y anduvo merodeando por todo Madrid, como buscando algo que parecía imposible de encontrar, pero lo encontró. Y cuando lo hubo encontrado, volvió a todo correr hasta el hospital.

Berta y Patricia dieron un respingo al abrirse la puerta. Al ver a Dani con aspecto de loco, se asustaron un poco, pero Berta reaccionó.

- ¿Se puede saber qué te traes ahora entre manos?

- Patricia. ¿Puedes dejarnos a solas un momento?

Patricia, aún en estado de shock por la entrada de Dani, movía su mirada entre él y Berta. como esperando una respuesta por parte de los dos. A un gesto de Berta, Patricia se levanta, indecisa, y, lentamente, se dirige a la puerta, sin apartar la mirada de su amiga. Cuando llega a la puerta, junto a Dani, éste la toma de la muñeca y se la lleva fuera. Se acerca a ella, como si fuera a contarla un secreto.

- Necesito que nos dejes solos unos minutos,- le susurra mientras le enseña una cajita que escondía en el bolsillo de su chaqueta. Patricia observa, ojiabierta, la cajita. Sus ojos se iluminan al tiempo que abre la boca, asombrada. Iba a hablar, pero Dani le tapa la boca -. No digas nada. Tan sólo déjanos solos. Puedes ir a ver a Ángel otra vez.

Patricia, con la luz de la sonrisa en su rostro, vuelve al cuarto y llama a su hijo, quien acude raudo junto a ella. Patricia toma a su hijo y toma el camino a la habitación de Ángel. Dani se la queda mirando y, cuando desaparece tras una esquina, entra en el cuarto y cierra la puerta. Se dirige junto a Berta y se sienta en la cama.

- ¿Se puede saber qué os pasa a todos últimamente?,- Dani le pone un dedo en los labios para que calle.

- Perdóname por mi repentina salida de antes, pero necesitaba hacer una cosa. ¡Lo sé, lo sé! Pero es que me vino de repente la idea y tenía que hacerlo ya. Espero que me perdones, pero lo de antes, cuando nos interrumpió Patricia, creo yo que estaba quedando bastante bien, pero cuando vino ella, se me cortó el rollo y ya me sentí muy incómodo. Ya sé que has dicho que sí, pero...,- Dani saca la cajita del bolsillo de la chaqueta. Berta observa muda y atónita. Dani también cesa de hablar. Abre la cajita y toma algo de su interior. Toma una mano de Berta. Le coloca un anillo en el dedo corazón -. Así queda mejor, ¿no?

Berta se lleva la otra mano a la boca al tiempo que comienza a derramar una lágrima, absorta en el brillo de la sortija. Levanta el rostro y mira a Dani.

- Ahora es perfecto,- murmura la rubia, abrazándose después a Dani.

- Berta,- susurra Dani al oído de ella -. ¿Quieres casarte conmigo?

Berta le abraza con más fuerza al tiempo que asiente con la cabeza y se deja llevar por las lágrimas. Dani la mira a los ojos al tiempo que le seca las lágrimas. Y sin más que decirse, sellan su unión con un apasionado beso.

lunes, 22 de marzo de 2010

CAPITULO 83

A Dani se le empezaba a hacer un nudo en el estómago. ¿Un recado de parte de Ángel? ¿No se le habrá ocurrido a Ángel contarle a Patricia que...? No. No era posible. Ángel era demasiado discreto como para decirle aquello a Patricia. Además, si se lo hubiera contando, Patricia no sería capaz de decirlo con Berta delante. No podía ser aquello. Sin embargo, Dani estaba comenzando a marearse.

- ¿Dani?,- pregunta Patricia -. ¿Te encuentras bien? De repente te has puesto blanco.

- Nada. No es nada. Simplemente me he mareado por cómo han transcurrido los sucesos de hoy...,- se sienta. Patricia se arrodilla a su lado.

- Pues eso. Que tengo un recado de parte de Ángel.

- ¿Cuál?,- Dani apenas tenía fuerzas para hablar.

- Me ha pedido que te pregunte si ya te has aclarado,- Patricia hace mueca de no entender ella misma el mensaje que acababa de transmitir -. Simplemente eso.

Dani recupera un poco el color. Su corazón vuelve a latir con normalidad. La sensación de ahogo que tenía se fue. Dani sonríe a Patricia, quien seguía sin comprender. Se vuelve hacia Berta.

- Sí, Patricia,- responde, sin apartar la mirada de su amada -. Ya me he aclarado. Nunca en mi vida tuve las ideas tan claras.

Era lo que esperaba Dani, una pregunta sobre el beso que se dieron Ángel y él, pero su amigo tuvo la sangre fría de decírselo a Patricia en una pregunta tan misteriosa y ambigua que nadie pensaría nada raro. Y Dani se alegró de oír esa pregunta, pues su respuesta, casi sin ser consciente de darla, le iluminó el camino correcto.

Patricia se levanta, apoyada en la pierna de Dani, quien toma a Berta de la mano y se pierde en su mirada. Patricia se sienta en la cama de Berta.

- Volviendo al tema,- responde Patricia -, me alegro mucho por vosotros dos. Ya era hora de que diérais este paso.

- ¿Y Ángel?,- pregunta Berta, como volviendo de un sueño.

- Está despierto,- responde su amiga -. Aunque sigue muy mal. Habrá que esperar bastante para que se le cierren las heridas y los médicos le autoricen a moverse. Se me va a hacer eterna la espera...,- suspiro profundo.

- Mira el lado bueno,- Dani la tranquiliza posando su mano en su hombro -. Por lo menos está despierto y podrás visitarle todos los días.

- Eso espero Dani,- posa su mano sobre la de Dani, mientras le mira con ojos tristes -. Eso espero...

De repente, Dani se queda como petrificado. Se levanta de un salto, mirando al horizonte. Lentamente, adquiere movimiento hasta que logra salir con cierta prisa de la habitación. Las dos mujeres se quedan sorprendidas por su reacción.

- ¿A dónde irá este hombre ahora?

CAPITULO 82

Dani y Berta la miran perplejos.

- ¡Cariño!,- exclama Berta -. ¿Qué te pasa?

Patricia no podía hablar, pero sí moverse. Se dirige hacia su amiga y llora en su regazo. Berta la mesa el cabello dulcemente.

- ¿Nos vas a contar por qué estás así?

Patricia les mira a los ojos.

- No es lo que pensáis. No lloro de pena, sino de alegría. He visto a Ángel, Berta. He estado hablando con él y ahora sé que me quiere, me ama. Que quiere a mi hijo como si fuera suyo,- Patricia se vuelve hacia su hijo, que se encontraba sumido en sus imaginarios juegos, ajeno a la realidad. Patricia vuelve a ellos tras contemplar por unos instantes a su hijo -. Me alegro de haberos tenido junto a mi hoy. Si no llega a ser por vosotros no sé cómo habría acabado el día. Os quiero, chicos. Os quiero mucho,- y se funden los tres en un inmenso abrazo.

- Ahora sólo falta que acabe ya esto y podamos volver a estar los cuatro juntos otra vez, como siempre,- responde Dani, tras el abrazo.

- El médico me ha dicho que posiblemente mañana o pasado pueda levantarme,- contesta Berta, mirándose el regazo. Patricia la besa en las mejillas mientras Dani la mira sonriente y le acaricia la nuca.

- Lo de Ángel aún no se sabe,- dice Patricia -. Sus heridas son muy serias. Creen que aún tengan que pasar dos o tres semanas para que pueda moverse,- el tono de voz de Patricia aún denotaba cierto abatimiento, mal camuflado por una falsa alegría -. ¡Pero por lo menos sabemos ya dónde está!,- los tres sonríen. Silencio.

- ¡Patricia!,- exclama de repente Berta -. ¡Has llegado en el momento justo! Dani iba a decirme algo,- Berta le mira sonriendo malvadamente. Dani se ve invadido por un sudor frío que le cala hasta los huesos. Patricia le mira asombrada.

- Esto... Veréis... Yo le iba a preguntar a Berta si... si... Bueno...,- el tartamudeo del que era presa Dani le hacía parecer torpe y desamparado ante las dos mujeres -. Verás Berta... Yo creo que no sé si podré...

- Da igual, Dani,- responde ella, divertida, mientras le toma de las manos -. Mi respuesta es sí.

Dani la mira ojiabierto. Su rostro dibuja poco a poco una sonrisa que le atraviesa todo el rostro, mostrando en todo su esplendor su dentadura. Se abalanza sobre ella para abrazarla, besarla.

- ¡Gracias, gracias, gracias!,- repetía sin cesar el catalán -. ¡Me acabas de hacer el hombre más feliz del mundo!

Patricia besa a Berta en las mejillas nuevamente, tras conseguir soltar a Dani.

- Espero felicitaros correctamente,- responde la pucelana sonriendo. Berta sonríe igualmente. Patricia se abraza a Dani, con los primeros atisbos de timidez y sonrojo -. ¡Por cierto!,- exclama Patricia tras abrazar a Dani, tomándolo por los codos -. Tengo un recado para ti de parte de Ángel.

sábado, 20 de marzo de 2010

CAPITULO 81

- ¿A qué ha venido eso?,- pregunta Berta, aún asombrada por la reacción de Dani.

- Te amo, Berta,- susurra Dani, mirándola fijamente a los ojos -. Simplemente eso.

Berta se quedó sin habla. Se quedó ensimismada en la sonrisa de Dani, en el fulgor que había en sus ojos.

- Yo también te quiero,- prosigue Berta -, pero seguro que hay algo más...,- de repente, Berta se alarma -. ¡El niño! ¡Le ha pasado algo al niño!

- No, no le ha pasado nada,- Dani la tranquiliza encerrando entre sus manos las de ella -. Está muy bien. Preciosa. Como su madre.

- ¿Y Patricia? ¿Sabes dónde está? Se fue al poco de marcharte tú. Que esa es otra. ¿A dónde te habías ido tú con tanta prisa?

- Eso puede esperar. Lo que no puede esperar ni un segundo más es algo que llevo dentro de mí desde hace un tiempo y que necesito echarlo fuera,- Dani ayuda a Berta a incorporarse y ponerse más cómoda. Dani ahueca la almohada y se la coloca en la espalda a Berta. Dani se sienta en la silla, delante de Berta, con las manos entre las suyas -. Berta. Hace poco que nos conocemos...

- Dani, son ya más de cuatro años. De poco, nada.

- No me has entendido. Me refiero a conocernos. Los dos. Íntimamente,- Berta murmura un sonrojado "oh" al tiempo que baja la cabeza y sonríe -. Desde aquella vez, en el cine, mi vida ha dado un giro de 180 grados. Todo era alegría y color de rosa a mi alrededor. Por eso quiero darte las gracias por hacerme encontrar este remanso de paz que sólo podía haber junto a ti. Te amo con auténtica locura, y por eso deseo que tú seas mi psiquiatra.

- Dani...,- las mejillas de Berta estaban a punto de explotar -. No te entiendo...

- Mentirosa...,- sonríe Dani -. No puedo ser más claro, porque no podré decírtelo a la cara.

- Inténtalo,- la mirada de Berta tornó desafiante.

- Por eso te amo,- sonríe Dani, nervioso. Tras aclararse un poco la voz con un par de carraspeos, mira a Berta fijamente a los ojos y, tímidamente, comienza a hablar -. Berta Collado. Eres como el sol que ilumina mis negros días. Como la lluvia que da vida a mi marchito corazón. Como el relámpago que ahuyenta mis miedos. Eres... ¡Eres como el azúcar que endulza mi amargo carácter!-, Berta sonríe avergonzada -. Te amo. Te amo desde siempre. Y te amaré por siempre. Por eso...,- gran suspiro de Dani.

- Tranquilo...,- susurra Berta, notando el temblor de sus manos.

- Por eso...,- Dani comenzaba a tartamudear -. Berta... Yo... Yo quisiera que... que tú...,- gran bufido de desesperación -. ¡Por esto jamás pensé seriamente en sentar la cabeza!,- Berta logra liberar una de sus manos y la pasa, dulcemente, por el cabello de Dani -. Berta,- logra decir más calmado -. ¿Quieres...?

Pero Dani es interrumpido por la llegada de Patricia. Lloraba.